En un artículo que leí en Perú 21 hace ocho años, escrito por Guillermo Giacosa, él parafraseaba a alguien que proponía que «si queremos conservar todos nuestros recursos, la única solución será la guerra». Bien, pero los últimos 3.000 años el clima mundial se ha deteriorado al mismo tiempo que el brillo solar ha aumentado paulatinamente. Tras una breve edad de hielo en el Hemisferio Norte, a partir del siglo XIX la temperatura media de la Tierra comenzaba a subir. A fines del siglo XVIII el dióxido de carbono ocupaba 280 partes por millón, mientras que 200 años después sería de 360 p.p.m. Hoy está por encima de 400 p.p.m. Todo esto por la quema incesante de hidrocarburos y la deforestación, así como las emisiones de metano, ozono y otros gases. En el Mesozoico no había hielo en la superficie terrestre y las altas temperaturas eran controladas a niveles muy altos por la frecuente actividad volcánica. 10 millones de años después del fin del Mesozoico, la cantidad de CO2 era de 900 p.p.m. Sin embargo, los últimos 10 millones de años la temperatura de la Tierra tuvo una tendencia a la baja, pero en el último siglo hay una tendencia al alza. Si bien en los últimos años, hay una tendencia hacia el calentamiento, eso se debe a la quema de hidrocarburos, la deforestación, etc. Un reporte del IPCC ha confirmado que en los últimos cincuenta años, la interferencia antropogénica ha sido la causante del cambio climático. Una isla de basura se ha formado en los océanos, dando lugar a la creación de zonas muertas marinas en todo el mundo. Muchos países han logrado planificar a tiempo la protección de sus ecosistemas. Sin embargo, la expansión de la industria en el siglo XX ha creado productos superfluos. Un informe de la OMS indica que las ciudades de la India están entre las más contaminadas, mientras que en América Media y del Sur, Lima es la ciudad más contaminada de esta región. La pérdida de biodiversidad es alarmante, los recursos que han mantenido la biomasa por años se están agotándose, y yo no compraría una especie exótica. Las bacterias se vuelven más resistentes a los medicamentos, y la presión por los recursos podría degenerar en una guerra de alcance mundial, jamás vista. He recordado a alguien quien escribió que algún día «la humanidad desesperada comenzará a destruir todo y de ahí llegarán las consecuencias».
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